Por fin tengo un ratito después de un montón de tiempo sin poder escribir ni una receta. Ya echaba de menos poder compartir con todos vosotros otra recetilla variada.
En esta ocasión, os propongo una receta 100% mexicana. De hecho, es una receta facilitada por Miguel, amigo de la familia y originario de la región de Jalisco. El hecho de que publique esta receta es simplemente porque es genial y diferente a las quesadillas de los restaurantes pseudo—mexicanos que nos venden en Europa.
Además, parece que últimamente todo el mundo gira en torno a México por diferentes motivos no siempre positivos (terremotos, gripes, mafias…etc.) y creo que un país tan genial como este se merece, como poco una dedicación especial a su gran gastronomía y hablar de todo lo positivo que tiene y que es, sin duda alguna, muchísimo más que lo negativo.
Sin más preámbulos, vamos con la receta: Quesadillas Mexicanas
Ingredientes: (Para 2 personas)
1 Pechuga de pollo
1 Diente de ajo
150 gramos de champiñones
Un chorrito de aceite
½ Vaso de vino blanco o brandy
Queso rallado
Lechuga
2 Zanahorias
1 Cebolla mediana
1 Lima
1 Brick de Nata Liquida para cocinar
Para la masa:
Harina precocida de Maíz
Agua
Sal
Para la salsa Jitomate:
½ Kilo de tomates maduros (mejor los de pera)
2 Dientes de ajo
¼ de Cebolla
1 Cucharada de consomé de pollo (o agua en su defecto)
Sal
Pimienta
Orégano
Comino
Elaboración:
Antes de nada matizar que las cantidades que os doy son para 2 personas pero que dado lo que llena se trata de una comida de plato único. No seáis brutos y pongáis un menú de primero y segundo porque acabaréis muy pero que muy llenos. Otra opción es hacer las quesadillas más pequeñitas (del tamaño de una empanadilla) y hacerlas de aperitivo pero… no es lo mismo.
Avisado esto, comienzo con los detalles de la preparación. Para la elaboración podemos decir que hay 4 etapas o fases:
1.- Preparar el relleno
2.- Preparar los condimentos o adornos
3.- Preparar la masa
4.- Montar, freír y acabar el plato
Preparar el relleno:
El hecho de que preparemos primero el relleno es porque es lo que más tiempo lleva de todo y es mejor tenerlo listo para reservarlo y usarlo en el momento de montar la quesadilla en sí misma.
Lo primero es lavar la pechuga y cortarla en taquitos. Pelamos el ajo y lo picamos muy finamente. Limpiamos los champiñones y los hacemos láminas.
Ahora en una cazuela ponemos un chorrito de aceite y sofreímos el ajo. Cuando comience a dorarse incorporamos los champiñones y el pollo, rehogamos un poquito e incorporamos el vino blanco dejando a fuego bajo hasta que se hagan bien tanto los champiñones como el pollo. Una vez listo, ajustamos de sal y reservamos.
Esta parte es la que, aunque yo os propongo esta versión, permite más modificaciones y tipos distintos. Así también podéis usar tiras de ternera con pimiento al estilo de fajitas, utilizar el relleno que os propuse en su día en la receta de tinga poblana , …etc. Queda a vuestra imaginación.
Preparar los condimentos o adornos:
La quesadillas, tal y como os explicaré luego, se sirven condimentadas y adornadas. En esta etapa os explicaré cada uno de los condimentos que precisan de su preparación.
Salsa de Jitomate: Podemos decir que básicamente el Jitomate es como nuestro tomate frito pero cocido y especiado en vez de frito con aceite. Tiene un sabor muy peculiar y combina perfectamente con la quesadilla. Para preparar el Jitomate lavamos y pelamos los tomates maduros, los troceamos y los reservamos. Si no queréis trabajar podéis usar tomate natural triturado de bote, pero sinceramente, ya puestos, pues… mejor si lo hacemos bien ¿no creéis?
Pelamos y laminamos los dientes de ajo y pelamos y picamos la cebolla.
Ahora, en una cazuela ponemos el consomé de pollo o un poquito de agua (a elección) y añadimos el ajo, la cebolla y el tomate y dejamos que se haga de forma igual a como haríamos un tomate frito pero, por supuesto, sin una sola gota de aceite. Cuando el tomate comience a hacer “plob-plob”, es decir, esté haciéndose un poquito a fuego lento, añadimos la sal, la pimienta, el orégano y el comino molido. Dejamos que termine de hacerse y reservamos.
Cebolla curtida:
Se trata de una cebolla preparada de tal forma que pierde toda la acidez y se queda dulce y perfecta para combinar con la quesadilla. Para elaborarla basta con cortar la cebolla en rodajas finas, cortar cada rodaja por la mitad y separar los medios aros. Poner en un cuenco con sal y con el zumo de una lima (Podéis usar limón si no tenéis lima pero os recomiendo encarecidamente la lima) y dejamos que se curta por unos 10 minutos. Reservamos.
Lechuga troceada y zanahoria rallada:
Esta parte es la más simple. Simplemente, lavamos y picamos hojas de lechuga o si lo preferís podéis usar las bolsas de ensaladas preparadas. Por otra parte, lavamos, pelamos y rallamos un par de zanahorias.
Preparar la masa:
Lo importante para la masa es la harina de maíz precocida. En el mismo Carrefour (aunque no me gusta la publicidad) podéis encontrar “Harina Doña Arepa Amarilla” que es perfecta para este plato. De todas formas hay varias y valen casi todas siempre que sea harina precocida de maíz.
Para preparar la masa, tomais ½ taza de harina y añadís sal al gusto y agua hasta que tenga textura de plastilina. No tiene ni que quedar pegajosa ni resquebrajarse, parece difícil pero no lo es. A medida que lo amasamos obtendremos una masa manipulable. Hacemos 2 bolas del tamaño de un melocotón cada una.
Montar, freír y preparar el plato (emplatar):
Ahora viene la parte divertida. Lo cierto es que existen aparatos para hacer quesadillas pero ante la falta de ellos, con un simple trozo de forro de libro nos podemos apañar de maravilla. Para ello, ponemos en el medio de un trozo de forro doble la bola de masa y con ayuda de una tabla lo aplanamos hasta tener una torta redonda finita. Véanse las fotos para mayor claridad.
Una vez tenemos la masa extendida, ponemos en el medio el relleno y cubrimos con queso rallado. Con ayuda del forro cerramos la media circunferencia y lo cerramos como una empanadilla grande con la mano.
Repetimos el proceso con la segunda bola de masa.
Una vez listas las quesadillas, calentamos en una sartén grande una buena cantidad de manteca de cerdo. Sé que suena fatal lo de cocinar con manteca y los habrá que prefieran usar aceite pero ¡¡¡NO!!!.
Las quesadillas se fríen en manteca y el sabor cambia completamente. Si os sirve de consuelo, casi no coge grasa y merece la pena hacer las cosas como Dios manda.
Otra cosa es que comáis a diario quesadillas y no queráis abusar de la manteca pero merece la pena emplear manteca. Es importante fundir una buena cantidad y hacer lo que llaman en inglés “Deep-fried” es decir, freír en abundante grasa.
Debéis freír las quesadillas hasta que estén doraditas por ambos lados. Por cierto, cuidado al freír porque la manteca salta y una quemadura con esta grasa es más puñetera que una con aceite.
Ahora sólo queda emplatar:
Ponemos en el centro del plato la quesadilla, encima de ellas se pone un puñado de lechuga fresca, la zanahoria rallada, la cebolla curtida, el jitomate y un buen chorrito de nata líquida. Por último se le pone queso rallado encima y se sirve.
Los mexicanos además le añaden en la mesa la salsa picante al gusto. Aquí os lo dejo a vuestra elección. Podéis usar tabasco, salsa picante de chili o simplemente nada si no os gusta el picante.
Y …. ¡a devorarlas!. Os aseguro que están de muerte y que merece la pena hacerlas de vez en cuando y descubrir sabores de México auténticos.
Bueno amigos y amigas, es todo por hoy. Espero volver prontito con otra receta (o al menos antes que esta última vez).
Besos para ellas y abrazos para ellos,
Papi